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El ser cazador

Desde temprana edad, el comodoro Luis Alberto Briatore demostró un gran interés por la aeronáutica y, con tan solo 18 años, comenzó su carrera de aviador en la Escuela de Aviación Militar (EAM) de Córdoba. Voló el legendario Mirage IIIC, F-86F Sabre, Morane Saulnier MS760 Paris y otras aeronaves que le otorgaron el conocimiento necesario para ser, al día de hoy, instructor de vuelo y también la experiencia para dar charlas por todo el país gracias a su larga trayectoria como piloto de caza. aeroespacio se reunió con él para saber qué significa ser un cazador.

¿Cómo comenzó el sueño de volar?

Desde pequeño me gustaron los aviones. Mis padres me llevaban al Aeroparque Jorge Newbery y los veía volar, y era algo maravilloso. El problema estaba en que no tenía dinero para pagarme la carrera de piloto. Mi padre era mecánico y mi madre, ama de casa, por lo que el dinero no nos sobraba. Una hermana de mi abuela fue quien me hizo conocer la EAM. No sabía lo que era ser militar, pero fue una vocación que tuve oculta y, una vez que entré, me cautivó ese mundo. Tuve que hacer un gran esfuerzo a nivel académico. No me considero una persona inteligente, pero sí perseverante. Una vez dentro, comencé a estudiar día y noche, siempre fue mi plan A. Nunca pensé en otra cosa para mi vida que no fuese ser piloto.

¿Por qué motivo decidió ser piloto de caza?

Los pasajes que hacen los aviones de combate motivan. Cuando estaba en la EAM y veía pasar los Mirage o los Dagger, fue un enamoramiento total. No obstante, era algo que sentía muy lejos de mi alcance. La Fuerza Aérea Argentina (FAA) es un filtro constante, se deben pasar muchísimas barreras para llegar hasta la cabina de un avión de combate. Uno siempre tiene que planificar objetivos a corto plazo y razonar sus posibilidades. A medida que me fui afianzando, comencé a creerlo.

¿Cuándo comienza uno a reconocer los peligros del oficio?

El piloto de combate siempre está en la línea roja, lo importante es saber navegar por ella. Todo lo que aprendí fue gracias a mis instructores. Ellos fueron los que me enseñaron cuáles son los límites de mi avión y a reconocer lo que no debe hacerse. De esta forma, los riesgos se reducen muchísimo. Nuestra especialidad es la única que mueve los tres ejes al máximo y en la que se prueban y experimentan los límites de la máquina. Ser piloto de caza requiere un alto grado de exigencia. A su vez, tenemos un perfil bajo y mucha nobleza. Está muy mal visto ser sobrador o creerse más que el otro si en una simulación se derriba al adversario.

¿Cómo fue sentarse por primera vez en un Mirage?

Fue algo muy fuerte, distinto e impactante. Era un avión veloz y diferente al resto, al menos en la fase de despegue y aterrizaje. Tenía una tendencia de nariz arriba. El ala delta estaba hecha para alta velocidad, a baja, de igual modo, volábamos con el 90 % de potencia. Era necesario porque el empuje le otorgaba 1/3 de sustentación y, sin él, la aeronave se caía porque ejercía mucha resistencia al avance y el aire relativo pegaba con mucho ángulo. Esta era muy fina, cuando el M3 estaba perfilado y se reducía la altitud, comenzaba a ejercer mayor resistencia. También, el Mirage vibraba cuando hacíamos un viraje hacia la pista. Algo muy extraño. Es un caza que demanda un alto grado de atención a la velocidad, porque si uno no está atento, se puede ganar un susto importante. De igual modo, como los pilotos de caza somos bien instruidos, estas cosas no pasan. Para sacarle el máximo provecho al avión, uno tiene que conocer el ala para dominarla.

¿Cuáles son las virtudes que debe tener un cazador líder?

Primero, conocer el material, cómo operarlo en situaciones normales y de emergencia. También es importante tener manejo de personal, empatía con el otro, ser exigente, pero, a la vez, no presionar más allá de lo razonable. Un líder debe saber tomar decisiones de forma rápida y clara, porque, en este tipo de aviones, el tiempo de reacción es muy corto. El coraje, la valentía, el ser colaborador y, sobre todo, interesarse por el que está debajo de uno, porque si a ellos les faltan herramientas, no se puede lograr el máximo rendimiento. Uno debe mirar hacia arriba para buscar ser mejor y, al serlo, intentar que el subalterno sea superior a uno. Es un ejemplo aplicable no solo al vuelo, si no a la vida cotidiana, a la familia y amigos. Estas cosas hacen que al líder lo sigan con los ojos cerrados. El piloto de combate es muy noble, de perfil bajo y profesional.

Esas son las virtudes de un cazador: la determinación, el valor y la astucia. Aquellos que reúnen estas características son los principales candidatos a pilotar un avión de caza en la Fuerza Aérea Argentina, una fuerza probada en combate que supo ser admirada por el mundo tras su accionar heroico en Malvinas. Gracias a su constante capacitación, siempre estarán listos para defender la Patria. Ante cualquier adversidad, nuestros pilotos de combate gritaran siempre: ¡No hay quien pueda!  

Fuente y fotos: Com. Luis Briatore y “Piloto de caza, un sueño, una pasión” (2021), Briatore Luis Alberto, Ediciones AMT, Buenos Aires.

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