Hora de volar

Fotos: gentileza de Hamilton

La aviación y la relojería estuvieron siempre vinculadas, no solo en relación con el instrumental utilizado en las aeronaves, sino también por su importancia en los cálculos de navegación o su función más básica: consultar la hora. Íconos como Alberto Santos-Dumont fueron claves en la evolución de los relojes aeronáuticos que se adaptaron a las nuevas tecnologías y necesidades de la industria por ser esenciales, además, para la comunicación y la seguridad de tripulaciones y pasajeros. aeroespacio repasa la historia y la actualidad de un binomio realmente inseparable.

Diseñados para satisfacer las necesidades de los pilotos, hoy los relojes de aviación se caracterizan por su tamaño y legibilidad, y, particularmente, por sus funciones de navegación y resistencia a condiciones extremas. Pero sus primeras versiones de bolsillo distaban mucho de los modelos actuales y resultaban poco prácticos, ya que obligaban a los pilotos a descuidar los comandos del avión al momento de consultar la hora.

Precisamente buscando subsanar este inconveniente, el brasileño Alberto Santos-Dumont encargó a la firma Cartier, en 1906, un reloj que pudiera llevar en la muñeca. Así nació Santos, el primero de pulsera diseñado para pilotos, que marcó un antes y un después en la industria relojera.

Años después, la Primera y Segunda Guerra Mundial impusieron nuevos desafíos a los relojes de aviación: la necesidad de los pilotos militares de realizar cálculos de navegación precisos, incluso en condiciones de vuelo adversas o de visibilidad reducida, y disponer de relojes capaces de soportar las duras condiciones de combate. Esto fue clave para la incorporación de nuevas funciones como la brújula, el altímetro y el cronógrafo. De esos años datan otras mejoras sustanciales como la resistencia al agua, a los golpes y a los campos magnéticos, lo que terminó de convertirlos en piezas de precisión, fiables e indispensables para el vuelo, y en un objeto de deseo para los aficionados a la aviación.      

Rápidamente, se transformaron en un símbolo de estatus para los pilotos civiles, por lo que las principales marcas relojeras empezaron a producir piezas de lujo, con diseños elegantes y acabados sofisticados que combinaban a la perfección con sus uniformes.

Hamilton Watch: 100 años en la aviación

Existen, en la industria de la relojería, una variedad de empresas vinculadas al rubro, pero la historia de Hamilton y su servicio a la aviación merece, en especial, ser contada: nació en 1892, en Pensilvania, Estados Unidos, y, tras ganar gran reputación con sus relojes ferroviarios, comenzó a crear piezas para pilotos que se han convertido en leyendas para coleccionistas, aficionados y expertos.

Desde entonces, la compañía relojera ha alcanzado hitos significativos. Durante la Primera Guerra Mundial, la empresa equipó a los aviadores militares con una versión de muñeca de sus relojes de trinchera y comenzó así una larga relación con el ejército estadounidense. Ese vínculo continuó estrechándose durante la Segunda Guerra Mundial, cuando Hamilton interrumpió toda la producción para uso civil y, entre 1942 y 1945, fabricó más de un millón de relojes militares, incluidos 10 000 cronómetros marinos.

Además, fueron elegidos como los cronometradores oficiales de las primeras rutas nacionales de correo aéreo de EE. UU., entre Washington, Filadelfia y Nueva York, y, ocho años después, en 1926, un reloj Hamilton cronometró el primer vuelo al Polo Norte del almirante Richard Byrd, que duró
15 horas y 57 minutos. En la década de 1930, se convirtió en el reloj oficial de las cuatro grandes aerolíneas de ese país y en el cronometrador oficial del primer servicio costa a costa entre Nueva York y
San Francisco.

Los productos fueron tan decisivos para la navegación marítima que, en 1943, la empresa recibió el premio “E” de la Armada de EE. UU. por su excelencia en la fabricación y producción.

Desde entonces, Hamilton ha desarrollado y mantenido colaboraciones con escuadrones militares, servicios de rescate, equipos de demostración y pilotos acrobáticos de todo el mundo, y hasta incursionó en la industria del cine con la producción de relojes personalizados para reconocidos actores y directores. Este es el caso de Elvis Presley, quien, durante la película Amor en Hawái, lució en su muñeca uno de los modelos más revolucionarios de la historia: el primer reloj eléctrico, que causó sensación al instante. Impulsado por una bobina electromagnética, fue un avance tecnológico que tendió un puente entre el antiguo mundo de la relojería mecánica y el del movimiento de cuarzo, que surgiría en la década de 1960.

Entre 1965 y 1976, Hamilton produjo alrededor de 40 000 relojes de pulsera, para el ejército británico, que disponían de una función específica para la sincronización de precisión necesaria durante las operaciones militares. Además, a fines de los años 60, volvió a revolucionar la industria al convertirse en una de las marcas que desarrolló, de manera conjunta, el primer mecanismo cronógrafo automático del mundo, cuyo característico diseño continúa vigente hasta la actualidad.

Un año después, la compañía anunció otro avance crucial: el primer reloj de pulsera electrónico digital que cambió la manera de leer la hora y fue adoptado por muchas celebridades de la época.

Un copiloto todo terreno

No hay duda de que los relojes son un elemento esencial para volar. A medida que la aviación se desarrolló, ha crecido la demanda de relojes capaces de soportar el riguroso entorno en el que operan los pilotos y satisfacer sus necesidades en constante evolución.

En ese sentido, desde 2011, Hamilton ha desarrollado más de 15 calibres con reservas de marcha y otras funciones superiores a medida, pensadas para las exigencias específicas de sus relojes, que están equipados con una moderna aleación que optimiza la resistencia de sus mecanismos a los campos magnéticos.

La colección actual se adapta a las demandas de los pilotos modernos e incluye relojes capaces de registrar los detalles de hasta 20 vuelos, con dos husos horarios, y equipados con numerosos tipos de calculadoras, además de las destinadas al cómputo de la velocidad de aterrizaje, el ángulo de deriva y las necesidades de combustible.

Gracias a su colaboración ininterrumpida con numerosos pilotos, Hamilton se mantiene a la vanguardia de la innovación relojera para la industria de la aviación y cuenta con numerosos y destacados embajadores que publicitan la marca: dos ejemplos actuales son el piloto español Juan Velarde y su colega francés, el piloto acrobático Nicolas Ivanoff, quien, desde 1990, fue clave en el desarrollo de la primera calculadora de vientos cruzados en un reloj de pulsera, lanzado en 2005.

Además, Hamilton se convirtió en el cronometrador oficial de la Red Bull Air Race, y colabora con escuadrones militares como Air Zermatt y con el grupo de helicópteros de vuelo acrobático del Ejército del Aire español, conocido como la Patrulla Aspa, entre otros. 

La precisión, la innovación, la pasión por la aventura y el gusto por la exactitud han contribuido a hacer de Hamilton uno de los relojes más solicitados por los pilotos profesionales, ya que ofician de copilotos precisos y sumamente fiables, compromiso que, en el siglo XXI, sigue siendo vital para esta empresa pionera.

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