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Soberanía tecnológica y economía del conocimiento

Por Silvina Sotera
Foto: C.1º. David Catibiela

El director general y CEO de INVAP, Dr. Vicente Campenni conversó en profundidad con aeroespacio acerca de las últimas novedades de la empresa rionegrina de alta tecnología,entre ellas, la creación de una nueva compañía satelital con TAI, la exportación de radares a Nigeria y un nuevo convenio con el gobierno de Santa Fe.También realizó un recorrido histórico de los proyectos que llevaron a la empresa al lugar que ocupa a nivel mundial.

¿Cómo se dio el proceso de exportación de radares a Nigeria y cuáles son las expectativas que tienen con respecto a esta venta?

Para poner de manifiesto la relevancia que tiene este contrato, tenemos que hablar del modelo de negocio de INVAP. La empresa nace hace 45 años cuando un grupo de investigadores se plantean el desafío de hacer que el conocimiento impacte en el desarrollo económico del país. En esa época, había una cultura del ‘se puede’ y resonaba el nombre del físico y tecnólogo Jorge Sábato, que postulaba la necesidad de tener a la tecnología como una herramienta del desarrollo, no solo del país sino a nivel regional.

Hoy, hablamos de la economía del conocimiento como algo novedoso pero los fundadores lo tenían muy en claro. INVAP empieza en el área nuclear -con el Centro Atómico Bariloche- y después, las distintas vicisitudes nos fueron definiendo como un modelo que, a partir de las políticas de Estado, logre satisfacer las necesidades en materia de proyectos productivos a nivel nacional de manera competitiva, para que el conocimiento que queda de ese “saber hacer” nos permita competir en exportaciones. Eso se ve claramente en el área nuclear porque, a partir de la decisión estratégica de hacer el reactor RA-6 en Bariloche y, el primero donde INVAP tuvo la figura de contratista principal, nos permitió hacer exportaciones a Argelia en un acuerdo país-país, y a su vez, nos “apalancó” para participar en licitaciones internacionales que ganamos en Egipto, Australia y, actualmente en Holanda.

Podríamos decir que partiendo de satisfacer una necesidad a nivel nacional, pudimos lograr un producto que se adapte a nuestras necesidades, y también tener una capacidad exportadora. Eso se vuelve a repetir en el área satelital, en la de centros de medicina nuclear y la más joven de las áreas que es la de “gobierno”. En los años 2004/2005, gracias a una decisión estratégica como lo fue la aprobación del decreto del SYNVICA, empezamos a desarrollar los primeros radares de control de tráfico aéreo.

El impacto que tuvo esa primera exportación de radares a Nigeria para nosotros es la de poder tener las cuatro áreas de negocios habiendo cumplido este ciclo: a partir del conocimiento adquirido, lograr satisfacer una necesidad nacional, hacer de ese capital de conocimiento algo que también nos permite el ingreso de divisas a partir de la exportación de productos de alto valor agregado. De alguna manera es una ratificación del modelo que nos proponemos como empresa.

¿Cómo fue el proceso de esta última exportación?

En principio, el contrato es con una empresa de Emiratos Árabes Unidos –Jampur International FZE- que ganó un concurso en el ámbito gubernamental de Nigeria para la provisión de dos radares primarios 3D móviles de uso civil y su capacitación para operarlos. La particularidad de esta adquisición fue que el Ministerio Federal de Aviación de Nigeria solicitó tecnologías avanzadas para estos primeros radares de control de tráfico aéreo. El hecho de haber trabajado en una renovación tecnológica de los radares que le proveemos a la Empresa Argentina de Navegación Aérea (EANA) y a la Fuerza Aérea Argentina, nos permitió ofrecer algo que realmente se adaptara a sus requerimientos. Ésa es otra característica que valoramos en nuestra propuesta: brindar al cliente lo que más se adapta a sus funcionalidades. Ese plus fue lo que nos permitió ganar esta oferta.

¿Qué puede comentarme de la alianza estratégica con la empresa estatal Turkish Aerospace industries (TAI)?

Para contextualizar esa respuesta también es necesario contar un poco de historia. En los 90 aparece una decisión política de generar la empresa ARSAT para promover el desarrollo de las comunicaciones satelitales y se vuelve a agregar el componente nacional como parte del desarrollo. El plan involucraba tres satélites: los Arsat 1, 2 y 3, en una estrategia de común acuerdo. Para INVAP representó un salto significativo ya que, hasta ese momento, habíamos hecho satélites sólo de aplicación científica: toda la línea de los SAC que después tiene su continuidad en los SAOCOM.

Trabajar con los satélites de aplicaciones comerciales como los de comunicaciones trae una complejidad adicional y significativa. Primero, porque las órbitas son pocas, están reguladas por la ONU y se tiene que llegar en tiempo y forma para no perder esa posición orbital. En segundo lugar, por el impacto comercial que requiere, por ejemplo, de un seguro para garantizar la viabilidad comercial del producto. Por eso, se decidió la estrategia de ir por un producto confiable y probablemente con cierta disminución de la tecnología de punta, porque la idea era asegurar el resultado antes que apuntar a una tecnología desafiante. Eso se logró con creces,y el primer indicio de ello fue que el seguro tenía una prima muy baja porque el diseño era muy redundado y seguro. La segunda prueba es la historia: los satélites están operando y generando una buena rentabilidad para ARSAT.

En el 2015, firmamos el contrato por el Arsat-3 que ya preveía un cambio de estrategia: ir por una tecnología que fuera más rentable en capacidad de prestación. Esto se detiene por varios motivos y queda en standby. Y en tecnología, la continuidad es algo esencial porque se pierde la capacidad de “entrar en la ventana” del mercado.

Es así como aparece la búsqueda de financiamiento de esa continuidad y, en uno de los congresos que nuclea a todas las empresas del sector, se dio el encuentro con la empresa TAI, que estaba empezando a desarrollar un área espacial y venían con una experiencia interesante. Con la negociación y un acuerdo de accionistas, esta alianza nos posibilitó seguir con el desafío de desarrollar una plataforma de nueva generación, en la que hoy, por ejemplo, se basa el diseño del Arsat-SG1, el tercer satélite de la flota.

La nueva empresa -denominada GSATCOM- está radicada en Turquía y ya está participando en algunas ofertas internacionales, por ejemplo, de una licitación en Kazajistán, pero también se deja “abierta la puerta” en cada uno de los países nativos de los socios. En el ámbito nacional, el contratista principal para Arsat es INVAP y en Turquía, la empresa turca de comunicaciones. 

¿Se trata entonces de una alianza que funciona estratégicamente para cada nación pero que, a su vez, se posiciona a nivel internacional para otros mercados?

Exactamente y con capacidades que son complementarias y también con acceso a mercados regionales muy distintos. La posición estratégica de Turquía la pone cercana a un mercado muy lejano para nosotros, y lo mismo pasa para ellos con respecto a la región americana.

Actualmente, ¿qué posición ocupa Argentina en tecnología satelital?

Lo primero que tengo que decir es que la capacidad profesional académica argentina es de primer nivel. Lo que hacemos tiene su primer pilar en el talento humano y, además, una enorme capacidad de trabajar en equipo. Cualquiera de los proyectos, involucra en su ciclo de vida a cientos de personas que participan y que los sienten como propios. Además, en los países más desarrollados es difícil encontrar empresas que abarcan áreas tecnológicas tan disímiles como pueden ser las de defensa, seguridad, espacial o nuclear. Para nosotros, eso es una necesidad, porque los proyectos tienen ciclos que no pueden descontinuarse. Por eso, lo que hacemos es ir migrando ese talento de un área tecnológica a otra, algo que otros países no hacen, pero que para nosotros es un fundamental para retener el talento.

Desde lo nuclear hemos ganado una posición a nivel mundial y, en particular, el desarrollo que tiene Argentina en tema satelital hoy es compartido por menos de diez países en todo el mundo. Poder diseñar una misión, ya sea de observación de la Tierra o de comunicaciones, poder ejecutarla desde la arquitectura del diseño conceptual hastaponerla en el sitio de lanzamiento, es algo que pocos países tienen. Y algo similar pasa con con las otras áreas en materia de capacidad tecnológica. Ahora hay que enfocarnos y generar las políticas adecuadas para promocionar esto. No es solamente por INVAP sino por toda la cadena de valor de las áreas tecnológicas que están desarrollando otras empresas y organismos.

¿En qué consiste el convenio firmado con el gobierno de Santa Fe?

A nivel nacional, más que hablar de contrato, hablamos de construir relaciones sinérgicas en esa búsqueda de hacer de puente entre la generación del conocimiento, el sistema productivo y las necesidades de los Estados.

En este caso, INVAP viene desarrollando -junto con la empresa Cicaré y la firma Marinelli- el RUAS-160, un sistema aéreo no tripulado de alas rotativas. Eso llegó a conocimiento del ministerio de seguridad de esa provincia y generó interés por las necesidades específicas que podría satisfacer este equipo y la posibilidad de desarrollar otros productos.

Con respecto a este helicóptero no tripulado ¿existen otros posibles clientes?

Hay un acuerdo que está en progreso con la Armada Argentina. Este producto tiene un enorme potencial de desarrollo. Cuando lo exhibimos en diciembre de 2020, ganó una medalla de oro en el rubro robótica aplicada a la agroindustria en una exposición del sector e inmediatamente tuvo una repercusión importante. En INVAP siempre lo pensamos en dos líneas: unade uso comercial y otra de seguridad, búsqueda y rescate, etc. 

La comercial todavía está en proceso de análisis para su aplicación, por ejemplo, para hacer agronomía de precisión con la dispersión de agroquímicos específicos y selectivos,pero también para inspección de líneas de energía o de oleoductos o para el transporte de equipamiento estratégico relativamente pequeño. Nos encontramos evaluando distintas aplicaciones por el potencial que tiene tanto por su dimensión, autonomía, estabilidad en el vuelo, etc. Estamos en la fase de desarrollo y las primeras opciones de venta (bastante concretas) son las de seguridad -tanto a nivel provincial como nacional- para vigilancia fundamentalmente, y algunas opciones para el agro.

¿Cómo es el proyecto en el que están participando en ACUMAR?

Existen algunos trabajos que tomamos para apoyar una iniciativa. Por ejemplo, aunque falta firmar el acuerdo específico, tenemos un proyecto que involucra un radiotelescopio en Salta. Se trata de una iniciativa del Ministerio de Ciencia y Tecnología de la Nación, que necesitaba ordenarse y tener el empuje final para su concreción. Es poco probable que salga un negocio recurrente, pero es parte de nuestra cadena de valor poder aportar al sistema de Ciencia y Tecnología y poder fortalecer todos los eslabones de esta cadena.

Con ACUMAR pasa algo similar y vamos a buscar de qué manera podemos apoyar al emprendimiento que tendría un impacto social importante. Es un proyecto complejo con muchas interacciones ya que  no se trata solo del tema tecnológico, sino también ambiental y de todas las industrias que están alrededor de la cuenca.

Lo significativo para INVAP es que han venido muchas propuestas y nuestro primer análisis es ver cómo hacer para agregar valor. Hay programas donde vimos que resultaría más caro que comprar algo que ya está hecho y, en ese caso, podemos guiarlos para una solución.

Recibieron el mes pasado, la visita del ministro de Economía junto con el de Ciencia y Tecnología ¿qué rescata de ese encuentro?

INVAP tiene contratos con seis o siete ministerios y organismos que pertenecen a esas carteras. Siempre buscamos esta visión integrada del Estado, una visión sistémica que busque la mejor competitividad tanto en términos de proyectos nacionales como de exportación. En ese marco, tuvimos algunas charlas previas con el ministro Guzmán y para nosotros fue un hito muy significativo porque es la primera vez que viene un ministro de Economía a visitarnos y lo hace con el titular de Ciencia y Tecnología. La razón de ser de INVAP es usar el conocimiento como un motor del desarrollo de la economía del país. La conjugación perfecta fue tener a la persona que, de alguna manera, define políticas en términos de conocimiento con la persona que define políticas en términos de presupuesto. En ese sentido fue muy significativa, y también muy rica en cuanto a las discusiones y la búsqueda de esta competitividad.

¿Qué es para INVAP la soberanía tecnológica?

Jorge Sábato lo expresaba en términos de: “no es hacer todo, pero sí saber qué se necesita para cada caso” y creo que, en particular, la necesidad de tener un referente tecnológico para el Estado (inclusive en el caso de que se compre tecnología) es importante a la hora de ver si lo que se adquiere está adaptado a nuestras necesidades, porque no es lo mismo un pueblo de Europa de alta densidad poblacional que la Argentina que tiene una dispersión muy distinta, por dar un ejemplo.

Considero que la capacidad de adaptar la solución a nuestra idiosincrasia, a las necesidades particulares, es donde radica esta soberanía.

Al respecto, siempre recuerdo una frase de un cliente que, después de haber hecho una primera etapa de revisión de las necesidades y de qué soluciones podríamos aportar, nos dijo: “ahora entendemos que podemos tener lo que necesitamos y no lo que nos quieren vender”.

Lo que en INVAP siempre buscamos y la historia así lo ratifica es que el mayor valor agregado sea a nivel nacional, pero también hacerlo con una perspectiva de competitividad. Por eso, a veces vamos migrando de cosas que hacíamos antes y que ahora compramos porque la tecnología va evolucionando y uno tiene que concentrarse en aquellas cosas que son estratégicas.

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