
La Administración Federal de Aviación de Estados Unidos (FAA, por sus siglas en inglés) cerró la segunda semana de septiembre con dos movimientos que marcan la agenda inmediata y futura de la aviación: por un lado, una alerta de seguridad por el creciente número de incidentes con baterías de litio en la cabina de pasajeros; y por el otro, el lanzamiento oficial del plan de modernización del sistema de control de tráfico aéreo, considerado uno de los desafíos más ambiciosos de los últimos años.
El problema de las baterías no es nuevo, pero su frecuencia preocupa. Según datos de la FAA, en lo que va de 2025, ya se registraron más de 50 casos de humo, calor extremo o fuego provocados por baterías de litio en dispositivos transportados a bordo. Desde la agencia, recuerdan que deben ir siempre en equipaje de mano, nunca en bodega.

En el marco de la campaña PackSafe, la FAA comunicó: “El objetivo es que las aerolíneas refuercen sus procedimientos y los viajeros conozcan las reglas”. El mensaje se refuerza con un informe interno que detalla que, solo hasta junio, ya se habían contabilizado 38 episodios confirmados en vuelos comerciales y de carga.
La alerta llega en un contexto donde los dispositivos electrónicos personales, desde tablets hasta power banks, se multiplican en cabinas y generan un nuevo frente de seguridad. Un informe realizado por la agencia de noticias Reuters advierte que muchos pasajeros desconocen que llevar baterías de repuesto en valijas despachadas está prohibido y que, en casos de incendio, la única respuesta efectiva es la acción inmediata de la tripulación entrenada.
Este no es el único frente abierto. La FAA también anunció el inicio del proceso para contratar a un integrador principal (prime integrator) que se encargará de diseñar y desplegar un nuevo sistema nacional de control de tráfico aéreo. El secretario de Transporte de los Estados Unidos, Sean P. Duffy, fue categórico: “Queremos darle a nuestros controladores la mejor tecnología posible. No se trata solo de eficiencia, se trata de seguridad”. Se espera que la implementación lleve entre tres y cuatro años.
La iniciativa busca reemplazar radares, software, hardware y redes de telecomunicaciones que, en muchos casos, datan de hace décadas. El propio administrador de la FAA, Bryan Bedford, reconoció que: “La infraestructura actual ya cumplió su vida útil, falla con frecuencia y necesita un reemplazo integral”. El Congreso aprobó un primer desembolso de 12 500 millones de dólares, aunque el costo final del proyecto será mayor.
El impacto de esta modernización no solo es técnico. La introducción de un nuevo sistema también incluirá la migración de los avisos oficiales que emiten las autoridades aeronáuticas (NOTAMs, por sus siglas en inglés) —la FAA en EE. UU. o la Empresa Argentina de Navegación Aérea— a plataformas alojadas en la nube, un paso clave para evitar colapsos en el espacio aéreo.
Desde la Asociación de Pilotos de Aerolíneas , celebraron la decisión y comunicaron que: “La transición deberá ser cuidadosa para no agregar riesgos operativos”. En paralelo, la Asociación de Pilotos y Propietarios de Aviones señaló que la FAA tiene la oportunidad de modernizar no solo los sistemas de gestión de las aerolíneas comerciales, sino de la aviación general.
Con esta doble estrategia —acciones inmediatas para reducir riesgos de incendio en cabina y un plan estructural para renovar el control aéreo— la FAA busca establecer y comunicar que la seguridad es prioridad, y que la modernización de la aviación no puede esperar. La tensión entre lo urgente y lo estratégico pone a la industria frente a una década de cambios que, de concretarse, marcarán un nuevo estándar global.
Fuentes: FAA, Reuters, AOPA / Fotos: FAA, CBS News