
En 2025, la aviación militar experimenta una transformación radical impulsada por avances en inteligencia artificial (IA), drones autónomos, aeronaves hipersónicas y sistemas de propulsión avanzados. Estas innovaciones redefinen las estrategias de defensa y, a su vez, modifican el equilibrio de poder global.
Por un lado, la integración de la IA en sistemas militares permite el desarrollo de drones autónomos capaces de operar sin intervención humana directa. Un ejemplo de ello es el desarrollo del Anka-3 de Turquía, un vehículo aéreo de combate no tripulado (UCAV, por sus siglas en inglés) de ala volante, con capacidades furtivas para no ser detectados por el adversario. Este dron, fabricado por Turkish Aeroespace Industries (TAI), ya completó las pruebas de vuelo correspondientes y las misiones de ataque con municiones internas, y demostró su eficacia en operaciones autónomas.
Por su parte, la empresa alemana Helsing desarrolló el vehículo submarino no tripulado (UUV, por sus siglas en inglés) SG-1 Fathom, equipado con un sistema de IA Lura, que puede detectar y clasificar firmas acústicas de embarcaciones hasta 40 veces más rápido y 10 veces más silenciosamente que los métodos tradicionales.
De la misma manera, la competencia por el dominio hipersónico se incrementa. Estados Unidos logró avances significativos con el Talon-A, un dron hipersónico reutilizable que alcanzó velocidades superiores a Mach 5 en pruebas recientes, diseñado y fabricado por la compañía Stratolaunch. Este vehículo forma parte del programa MACH-TB del Departamento de Defensa, orientado a acelerar la innovación tecnológica.
China ha desarrollado un motor hipersónico de detonación oblicua (ODE, por sus siglas en inglés) que puede alcanzar velocidades de hasta Mach 16 (aproximadamente 19 600 km/h), lo que permitiría cruzar el Atlántico en solo dos minutos. Este avance representa un punto de inflexión en la carrera global por la propulsión de alta velocidad.
En lo que refiere a la fusión de tecnologías de radar, electrónica y propulsión avanzada, la modernización de plataformas existentes también es un factor clave. EE. UU. modernizó el bombardero B-52J con la incorporación de nuevos motores F130 de Rolls-Royce, radares y sistemas de comunicación de última generación. Esto permite a la aeronave transportar misiles hipersónicos y mantener su relevancia operativa. Si todo sale como planea el Pentágono, será el primer avión de su clase que, en 2050, marcará un siglo de servicio.

Además, el presidente de los EE. UU., Donald Trump, anunció, el pasado 21 de marzo, la adjudicación del contrato a Boing para la llegada de los primeros F-47 —de una flota planificada de más de 185 cazas—, que cuentan con una velocidad máxima de hasta Mach 2, un radio de combate superior a 1000 nm, y que podrían estar “operativos” entre 2025 y 2029.
En Europa, el Global Combat Air Programme (GCAP), una colaboración entre Reino Unido, Italia y Japón, trabaja en el desarrollo de un caza de sexta generación con capacidades furtivas y sistemas de IA integrados. Se espera que un demostrador de vuelo esté listo para 2027 y que entre en servicio en 2035.
Hoy en día, el desarrollo de drones, misiles hipersónicos y frontera íntegramente autónomas, señala la dirección hacia la que se está moviendo el desarrollo tecnológico. Eso no solo afectará el campo de batalla, sino que también influirá en cómo la tecnología dará forma a la sociedad en el futuro.
Fuentes: Financial Times, “Armas del futuro, la tecnología del mañana”.
The Wall Street Journal, “EE. UU. avanza hacia China en la carrera de armas hipersónicas’.
El confidencial, “Así es es el ‘nuevo’ bombardero nuclear de EE. UU, que volará durante 100 años”.
Cadena Ser.com, “Científicos cambian las reglas con un nuevo motor que alcanza casi 20 000 km/h. 2 minutos para cruzar el Atlántico”.
Aviation Week, “Detalles del programa F-47 revelados en un nuevo gráfico’.
Fotos: Aviation Week, El Confidencial